Fez / فاس - cuatro días en Marruecos
- Verónica B.
- 24 jul 2019
- 4 Min. de lectura
Hace unos meses, mis padres y yo decidimos planear un viaje hacia un sitio distinto, huyendo un poco de lo habitual en verano: París, Roma... y dados mis estudios que están relacionados con el árabe salió la propuesta de Marruecos, lo que me puso muy contenta pues me parecía que podía ser un viaje interesante.
Teníamos varias opciones en cuanto a Marruecos: Marrakesh, Rabat o Fez. Nos decantamos por Fez al haber oído varias opiniones de esta y las otras ciudades y es que, en este viaje, las opiniones tanto de personas que conocemos o de webs como TripAdvisor han sido cruciales para poder pasar unos días fantásticos.
Fez es la tercera ciudad más grande de Marruecos, teniendo una población de casi 2 millones de personas y la medina más grande del mundo.
¿Qué es una medina?
A parte de ser la palabra más escuchada del viaje junto a "amigo", la medina es una parte de la ciudad amurallada en la que se encuentra el centro histórico y las tiendas. Medina significa ciudad en árabe, por lo tanto era la ciudad antes de su ampliación y la parte nueva de Fez.
Estos días nos hemos centrado sobre todo en la medina, puesto que ahí estaba nuestro hotel: Dar Mehdi y porque era lo más interesante que teníamos para ver. Si queréis visitar Fez tenéis que tener claro que no es una ciudad rica en cuanto a monumentos que se pueden visitar; es cierto que tienen muchas mezquitas, edificios importantes, palacios... pero muy pocos se pueden visitar ya sea porque pertenecen al gobierno y se usan o por la religión. Por tanto, la vida de Fez y sus maravillas se encuentran en la calle y en los miles de puestecitos en los que se vende desde carne de camello hasta pendientes, todo en la misma calle (y, a veces, unas cosas al lado de otras).
La medina consiste en dos calles principales (Rue Taala Saghira & Rue Taala Kabira) que se van intercalando con callejones y callecitas que no salen en el mapa. Si queréis perderos no hace falta que os metáis en estas calles tan pequeñas para conseguir no saber donde estáis, puesto que siempre os va a parecer que os habéis perdido al estar continuamente pasando puestos que parecen los mismos, pero no lo son. La clave está en descargaros o comprar un buen mapa y no salir de las calles principales, que simplemente se suben y se bajan.
Las atracciones de Fez a parte de la medina son Las Tenerías (Les Teneries) una zona de artesanos que trabajan las pieles en todas sus fases. En las tenerías recogen las pieles, las lavan y dejan que cojan el color deseado en los pigmentos (rojo amapola, cúrcuma...) y después las trabajan para hacer todo tipo de mochilas, bolsos, cinturones... Atención, si sois veganos/vegetarianos y no soportáis ver las pieles animales o la carne de estos yo me lo pensaría dos veces antes de venir a la ciudad, puesto que hay muchísimas imágenes que os molestarían por la calle.
En cuanto a edificios, nosotros visitamos tres: Madrasa de Bou Inania, Madrasa Al Attarine y el Palacio Glaoui. Los tres cuestan unos 200DH, aproximadamente 2 euros y la visita está entre 10 min y 30 min.
La Madrasa, escuela en árabe, consiste en un edificio en el que los niños aprendían sobre todo el Corán y otros estudios como literatura, matemáticas... En la Madrasa Al Attarine se puede visitar tanto el patio principal como las habitaciones de los niños, que están vacías, pero restauradas desde hace unos años.
El palacio Glaoui es un palacio ya en ruinas, pero es una maravilla. Las puertas de madera policromada, las vidrieras, las lámparas... A pesar de que la restauración parece no llegar, vale la pena visitar este antiguo palacio ocupado por un pintor que expone allí sus obras de arte abstracto inspirado en las calles y personas de su ciudad.
También, saliendo del bullicio de la medina. visitamos un parque جنان السبيل (Jnan Asibil) con fuentes que recordaban a la mismísima Alhambra y perfecto para un agradable paseo a la sombra, que se agradece después de tanto calor.
Pero no todo en Fez fue visitar monumentos y es que una gran parte del viaje fue: la comida. Al ir a Marruecos sabíamos con certeza que no íbamos a querer comer nada más que no fuera comida típica, al ser diferente de nuestra gastronomía y estábamos ansiosos por probar el té marroquí, del que tanto se oye hablar.
El primer día comimos en Café O'clock, un restaurante en el centro de la medina al que se accede a través de un callejón en el que, si no sabes que está allí, no te meterías. El restaurante está genial: tres plantas, muchas mesas y camareros, variedad en los platos... Ya que nos gustó, comimos allí dos veces y cada uno se pidió un plato marroquí diferente: Tajine, Cous-cous, hamburguesa de camello...
El día en Meknés comimos en Aaisha, un mini restaurante/casa en el que compartías salón con las propias cocineras quien te hacían la comida al instante. Y aquí es donde, verdaderamente, probamos la comida marroquí.
Por último, comimos de una forma más occidental en Café Cinema, para cambiar un poco lo que habíamos estado comiendo los otros días y nos pedimos unas pizzas y un taco, aunque lo mejor fue el café, que estaba buenísimo.
Fes es una ciudad peculiar, de grandes contrastes; para viajar allí hay que desprenderse de la visión occidental que tenemos de las ciudades y tratar de entender la cultura y su manera de ser, muchas veces parecida y que recuerda a la española (al fin y al cabo, somos vecinos). Lo que más me llevo de allí son las anécdotas, que no pueden caber en esta entrada (pues se haría eterna) y que os contaré en la próxima, ya que pueden ayudar y servir como consejo si vais a visitar la ciudad.
Espero que os animéis a viajar a Marruecos y que las próximas fotos os transmitan un poco la belleza de Fez y Meknés, que no se puede explicar con palabras.
¡Gracias por leerme! Nos vemos en la siguiente.
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