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- Verónica B.
- 25 may 2019
- 2 Min. de lectura
Estamos hechos de historias: historias que cuentan primeras veces, últimas veces, aventuras dentro de lo cotidiano o periplos de miles de kilómetros. Historias que duran toda una tarde, sin pausa para merendar y otras que se acompañan con la cena o con esa cerveza de los viernes. Historias que quieren ser escuchadas y gritan sus detalles; otras, sin embargo, solamente quieren llenar ese silencio que se crea a veces, historias que se alimentan del silencio rutinario de los días.
Historias que conforman personas, caracteres, personalidades; que cambian al sujeto que las cuenta. Unas se hacen viejas e insignificantes con el paso del tiempo. Otras crecen con los años, se convierten en el individuo y son esas historias las que cuentan como es.
Hay historias que enseñan, de las que se aprende; hay historias que están llenas de lo aprendido en otras historias.
Las historias nos acompañan cada día, alimentándonos de risas, felicidad, y demás sentimientos cuando nuestra vida es un poco más monótona; cuando no hay nada que contar, se recuerda.
¿Recuerdas cuando comimos en aquel restaurante en el que se nos hacía la boca agua? ¿Recuerdas cuando casi no llegamos al primer avión del viaje, cuando casi no empezamos?
Los recuerdos se acompañan de lo físico, y no estoy hablando de los brazos y besos que acompañan en cada viaje (aunque son necesarios). Se acompañan de recuerdos en forma de billetes de tren, recibos del helado más bueno que has podido disfrutar, planos mojados por la lluvia y fotografías.
Una buena descripción te puede llevar al sitio en el que estaba la otra persona; ¿cómo olían las flores? ¿el ruido del agua era tan fuerte como para no oírse entre vosotros? ¿cómo era el tacto de aquella pared? Y así, en pocos minutos, has viajado tú también.
Este blog nace con el propósito de acercar todas esas historias de viajes que he tenido el placer de vivir sola o con la mejor compañía posible. Pretende ilustrar los sitios en los que he estado con recuerdos vivos e importantes que llevo conmigo y llevan conmigo las personas que conocen estas historias o las han vivido conmigo.
Decía Hans Christian Andersen que viajar es vivir y no le puedo dar más la razón.
Vivir y revivir, eso es viajar.
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